lunes, 3 de febrero de 2014

Colono

A las cinco y veinte de la tarde he despedido a mi hija en la estación de autobuses y he vuelto a casa. Al entrar en el apartamento vacío me he sentido durante un momento, no sé por qué, como un colono enviado a un planeta desierto. Después de recoger la cocina me he asomado al ojo de buey y he contemplado largamente la silenciosa llanura de polvo rojo.

2 comentarios:

giovanni dijo...

José Luis me dijo en un comentario que seguramente hubiera influenciada mi vivir doce años en un barco. Todavía no sé qué decir, pero tu ojo de buey me hizo volver a los tiempos en que cada mañana o tarde, y raras veces por la noche, miraba a través del ojo de buey que se encontraba al lado de la cámara del motor, en el estrecho pasillo que daba entrada al almacén de cargo transformado en cocina. Al mismo tiempo me imaginaba lo que sentías después de la salida de tu hija.

Jesús Miramón dijo...

Envidio tu experiencia de vivir en un barco. Estoy seguro de que a mí me hubiera encantado.

Un abrazo.